Un ámbito esencial a todo quehacer profesional es el equipo. Es allí donde se desarrolla toda la actividad, donde se impulsan o entierran ideas nuevas, sugerencias, donde nacen y se desarrollan los problemas.

Por eso, el buen funcionamiento del equipo es clave para un trabajo eficaz. Y precisamente ésta es la tarea del buen directivo.

El directivo del equipo no es necesario sólo para garantizar que el producto final sea lo mejor posible sino sobre todo para asegurar el desarrollo personal de los integrantes del mismo.

A continuación se presentan los cuatro elementos que tiene que tener en cuenta para cumplir su papel:

Diferencias individuales y capacidades profesionales: dejar ser al otro

El ser  humano es por naturaleza un ser sociable. Esta característica tan positiva tiene una consecuencia inmediata: y es que, enseguida nos damos cuenta de lo diferentes que somos.

Esto que podría parecer una dificultad para el trabajo en equipo es, en realidad, la base del mismo. Es esencial en la tarea del directivo fomentar la innovación y la originalidad que aportan las personas.

Si no es así, la persona se estrecha en unos límites que no son suyos propios y se oprime su libertad. La búsqueda de la igualdad funcional en realidad empobrece al equipo.

Se puede resumir como “dejar ser a otro”. Es decir, impulsarle desde lo más profundo, en su crecimiento profesional. Y la mejor manera de hacerlo es mediante el ejemplo. Muchas veces, los problemas en el trabajo diario sobrevienen cuando no se ha advertido ese carácter irrepetible de las personas y por lo tanto sus propias capacidades para las diferentes tareas.

Perfeccionamiento del mundo y autoperfeccionamiento

El trabajo es un “acto de persona” y por eso es indispensable que sea ejercido con libertad y consciencia. Estos dos elementos son fundamentales para cada persona y si no están presentes, la persona que trabaja se convierte en una máquina y no se podría hablar de trabajo profesional.

Mediante el trabajo la persona domina el mundo, lo cambia y supuestamente lo perfecciona. Pero no mejora sólo sus alrededores, elementos exteriores a ella, sino también y sobre todo se perfecciona a ella misma.

Por eso del “modo de hacer” de cada persona depende no sólo el producto último sino la felicidad y el sentido que la persona logre dar a su vida.

Crecimiento subjetivo y personal

El trabajador perfecciona el mundo pero el fin de su trabajo es perfeccionarse a sí mismo. Para un directivo es muy importante tener en cuenta esta realidad.

Muchas veces, por falta de tiempo, su mirada se dirige exclusivamente a la culminación de una tarea  y se olvida de lo importante que es hacer personas en y con el trabajo profesional.

Una de las maneras de perfeccionarse mediante el trabajo profesional es sugerir cambios, mejoras. Si esto no se da, el trabajo se reduce a puro activismo. La persona no descansa en su propio ser sino que sale continuamente fuera de sí, sin perseverar en su auténtica subjetividad, identidad e interioridad.

Vivir es en realidad crecer y perfeccionarse. Esto se da en muchos ámbitos pero en el ámbito de trabajo cobra especial claridad al ser una acción realizada desde la racionalidad y la libertad.

El trabajo es enriquecedor o empobrecedor- ayuda a desarrollar a la persona humana o no. Precisamente aquí se halla la dimensión ética de la tarea profesional.

Trabajar profesionalmente no es sólo realizar una actividad a través de unas facultades. Esto es sólo vivir. Lo decisivo es si el trabajo supone crecimiento personal.

Colaboración y servicio

En la tarea del directivo no se trata tanto de lograr que los demás hagan lo que tienen que hacer sino de unir energías dispersas, aunar voluntades y crear un ambiente de colaboración.

Este esfuerzo se concreta en aprender a escuchar, tratar de comprender, esforzarse en dar formación y resolver problemas. Gobernar bien es saber escuchar los ecos que produce su voz y captar las modificaciones que ha sufrido.

Hay que abrir horizontes a las personas pero para eso es necesario haber comprendido que toda organización personal y profesional se basa en el reconocimiento del carácter personal de los demás.

Saber ver y apreciar las diferencias pero por otra parte, en esas diferencias reconocer al otro como semejante.

Portada Libro Trasfondos 5

Este artículo se basa en el ensayo Trabajo personal y equipos profesionales publicado en  Trasfondos. 05 Subjetividad y trascendencia personal.